martes, 16 de octubre de 2018

 

Día Mundial del Anestesiólogo

En este día la Sociedad Norte santandereana, rinde homenaje a sus socios de número y cita a reunión conmemorativa para hoy 16 de octubre

 


La razón detrás de que el 16 de octubre sea el Día del Anestesiólogo es un hecho histórico de gran trascendencia. La medicina moderna no se concibe si no hay anestesia, que son todos aquellos medicamentos para prevenir el dolor durante una cirugía y otros procedimientos. Y, si hay anestesia, en cualquiera de sus diversos tipos, debe haber un experto en el tema: los anestesiólogos.

 

Ellos son quienes han se han formado en una especialidad que ha logrado disminuir la morbi-mortalidad de los pacientes a nivel mundial. Pero, ¿por qué el Día Mundial del Anestesiólogo se celebra hoy, 16 de octubre?

 

Si bien, la gente usa indistintamente el término "anestesistas" y "anestesiólogos" (el Diccionario de la lengua española, de hecho, los consigna como sinónimos), en el lenguaje médico, y en especial en las zonas hispanohablantes, hay distinciones, y estas tienen que ver con la capacitación.

 

A diferencia de los anestesistas, que suelen ser técnicos o enfermeros, los anestesiólogos son aquellos profesionales que han cursado la carrera universitaria de médico y han hecho posteriormente la especialidad, la cual tiene una duración que varía de acuerdo a los programas académicos entre 3 y 4 años.

 


El Día Mundial del Anestesiólogo se celebra el 16 de octubre porque, ese día, pero en el año 1846, se realizó oficialmente la primera operación con un paciente previamente anestesiado. En griego, la palabra "anestesia" quiere decir "sin sensibilidad" para percibir dolor (anaesthesia).

 Esta primera operación se llevó a cabo en el anfiteatro de la facultad de Medicina del Massachusetts General Hospital, de los Estados Unidos. Frente a un público expectante, el doctor John Warren extrajo un tumor congénito a un paciente de veinte años, que, cuando salió del estado de inconsciencia, admitió no haber sentido nada. La cirugía fue posible gracias al producto que había aportado un odontólogo llamado William T.G. Morton: el éter.

 

Hasta ese momento, evitar el dolor provocado por enfermedades o los que involucraran cirugías había sido un gran desvelo. Desde comprimir la carótida a nivel del cuello (así se creaba una isquemia que provocaba un estado comatoso) hasta recurrir a licor o narcóticos vegetales (como, por ejemplo, la adormidera, la mandrágora, el cannabis, el opio...), los recursos para paliar el dolor fueron varios a lo largo de las civilizaciones.

Morton no fue quien descubrió el éter ni tampoco el primero en utilizarlo. El médico Crawford Long, en 1842; el estudiante de medicina William Clarke, en 1842; y el odontólogo Horace Wells, en 1844, figuran en la lista de quienes ya lo habían usado antes.

 

Haber aprendido de los errores de sus antecesores y haber capitalizado toda la información que, desde el siglo XVII y a lo largo del siglo XIX, había surgido a partir del descubrimiento de los gases constituyó, sin embargo, el gran mérito de Morton, quien se llevó los laureles por haber instaurado la anestesia en la cirugía.

 

Así, el 16 de octubre de 1846 marcó un hito. "Esa primera intervención con anestésico inhalatorio cambió la historia de la medicina: se considera que es el día del nacimiento de la anestesiología moderna. A partir de entonces, se pudieron realizar procedimientos quirúrgicos antes impensados por el dolor que provocaban", donde a medida que ha evolucionado la tecnología y se han creado nuevos fármacos, cada vez se logran resultados más sorprendentes, con menos riesgo para la seguridad y la vida del paciente, riesgos que siempre están latentes pues la corta edad o el paso de los años, así como las enfermedades propias de cada individuo y las alteraciones que esto genera en el cuerpo de cada persona, asociado a la causa que obliga a realizar una cirugía, hace que cualquier persona este expuesta a una cantidad de condiciones antinaturales que pueden hacer que cualquier sistema colapse y eventualmente una persona fallezca, con la respectiva tragedia que esto genera en todo el núcleo cercano de esa persona, resume el médico anestesiólogo Francisco José Ramírez Perdomo, actual miembro directivo de la Sociedad Norte santandereana de Anestesiología y Reanimación (S.NA.R.E).